Abrirse paso en un mundo de hombres
“Es duro ser mujer en cualquier lugar. Tenemos que demostrar todo el tiempo: que somos capaces, que lo hacemos bien, tantas cosas”, cuenta la Comisaria de una de las estaciones más relevantes en Pilar.
Por: María Silva Anzorreguy
Históricamente las fuerzas policiales fueron hechas por y para los hombres. Eran ellos quienes tenían la capacidad y la autoridad para mantener la seguridad y el orden público. Con el tiempo, el género femenino fue abriéndose paso y logró llegar a ocupar un lugar en las fuerzas.
En Argentina, las mujeres forman parte de la policía desde hace 75 años. Hoy en día, casi el 50% de las fuerzas de seguridad están constituidas por el género femenino. Sin embargo, la historia no permite olvidar su origen machista.
La policía muestra una sobrerrepresentación de mujeres en labores administrativas.
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“Soy la única jefa mujer en Pilar”, cuenta la Comisaria de una de las estaciones de policías más importantes de la localidad. Hace 20 años el número de mujeres policías era apenas una minoría. Hoy, según datos del Ministerio de Seguridad de Buenos Aires, cuatro de cada diez efectivos pertenecen al género femenino. A medida que avanzan los años, la brecha cuantitativa entre ambos sexos, dentro de las fuerzas, se achica, sin embargo, el personal femenino aún no llega a la cima de la jerarquía. En la Provincia de Buenos Aires, de un total de 32 jefaturas, tan solo tres mujeres conducen una superintendencia. “Todavía hay quienes piensan que una mujer no puede realizar un trabajo de fuerza”, comenta la Comisaria. Un estudio sociológico sobre la cuestión de género en las fuerzas de seguridad realizado en 2013 por la Universidad Nacional de la Plata demostró que si bien de a poco la profesión policial comienza a aceptar al género femenino entre sus números, son los hombres quienes deciden su camino vocacional. “Consideran que una mujer es maternal y por ende, sirve para ocuparse de los más débiles”, comentan Sabrina Calandrón y Diego Galeano, autores del estudio. De este modo, se reservan los cargos altos o aquellos que requieren un alto grado de fuerza física para los hombres, mientras que las mujeres se dedican, en su mayoría, a los casos que requieren “sensibilidad”.
No obstante, el trato hostil a las mujeres dentro de la policía no se limita únicamente a relegarlas a cargos menores. Según un informe realizado en la provincia de Santa Fe, un tercio de las mujeres policías sufren de acoso sexual, y un 80% lo padece por parte de sus superiores. Pilar no es ninguna excepción. Una policía de la Comisaria de la Familia y la Mujer comenta haber vivido mucho acoso a lo largo de su carrera, “Me tuve que ir porque mi jefe me acosaba. Yo trabajaba en un destacamento e iba con ataques de pánico a trabajar, hasta que un día casi me mato en el auto”. A su vez, lamenta cómo varias de sus compañeras que habían sido acosadas por el mismo hombre no tuvieron la misma suerte. “Mi papá era policía y eso ayudó”, finaliza la oficial.
“Es duro ser mujer en cualquier lugar. Tenemos que demostrar todo el tiempo: que somos capaces, que lo hacemos bien, tantas cosas”, cuenta la Comisaria. Muchas veces la distinción entre hombres y mujeres se da de forma natural. La oficial nos comenta que como las mujeres son las que quedan embarazadas, para sus jefes ya son un peso. Una vez que se embarazan no se les permite hacer horas extras para poder aumentar su sueldo. El trabajo tampoco provee guarderías o alguna ayuda para las madres solteras, viéndose obligadas a faltar, en caso de no conseguir quien los cuide. Sin embargo, el machismo no solo perjudica a aquellas mujeres que deciden ser madres. “Me había venido y no me podía mover de la cama. Mi jefe me permitió faltar y al día siguiente cuando llegué al trabajo todos mis compañeros me cargaban”, dice una policía de una de las Jefaturas de Pilar.
Todo oficio tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, pero no hay dudas que hay trabajos que, como mujeres, nos ponen más trabas. A pesar de los obstáculos, el género femenino sigue luchando por tener un lugar en las fuerzas de seguridad. “No trabajaría en otro lado, para mí una víctima es una víctima, pero para ellos, muchas veces, son solo un puterío. Sigo acá por las víctimas”, finalizó la Comisaría.