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De pequeña era su sueño, hoy, su profesión

Conocía los riesgos y dificultades pero Maira no pudo hacer oídos sordos a su pasión por la seguridad ciudadana: “De chica me preguntaban qué quería ser de grande y yo siempre respondía lo mismo: policía”.

 

Por: María Mostany

 

Maira Galín (30 años) es una mujer que ocupa el puesto de policía en la Guardia Urbana de Pilar. Su sueño de formarse como oficial comenzó cuando apenas tenía 10 años. Como a cualquier niño, le preguntaban qué quería ser de grande y ella no lo pensaba dos veces antes de responder. Quería ser policía. Sus padres, atónitos, creían que era un capricho pasajero y que se le pasaría cuando creciera, pero no sabían que aquel anhelo, no solo no iba a desaparecer, sino que iba a hacerse más fuerte, hasta convertirse en su profesión.

Comisaría donde Maira Galín ejerce su cargo actual.

Créditos: Google Imágenes

Maira comenta que en algún momento de su vida también consideró a la obstetricia como una opción para su futuro por su pasión por los niños, pero que finalmente terminó optando por formarse como policía. Terminó la secundaria, y empezó de a poco a cumplir su sueño. Ni bien abrieron las inscripciones para el puesto en la Guardia Urbana de Pilar, se anotó, pero asegura que fue una trayectoria bastante larga. Realizó todos los exámenes, tanto físicos como psicológicos, y completó la documentación requerida para dar inicio a esta nueva etapa de su vida. “Antes era más fácil poder ingresar, ahora no tanto, pero al mismo tiempo hay muchas cuestiones estéticas que antes eran eliminatorias que ahora ya no, como tener tatuajes o piercings”, recuerda Maira. Comenzó sus estudios en la escuela de San Nicolás Ramallo, y una vez terminados se incorporó como personal de calle en el Municipio de Pilar.

 

La jóven relata que durante sus primeros años de trabajo, atravesó situaciones que la marcaron para siempre: “Se viven experiencias muy fuertes siendo oficial, y más aún siendo patrullera”. En la calle veía realidades muy distintas a la suya y afirma que aquello le permitió abrir mucho su cabeza, pero también hizo que se replantee su profesión más de una vez, algo que nunca pensó que podría pasar. Desde los 13 años vivía con la ilusión de que ser policía era un trabajo honorable y digno de mérito, pero nadie le habló de lo duro que podía llegar a ser. Cuando recién llevaba 2 meses trabajando allí, conoció a un hombre de 96 años que estaba en una situación deplorable, vivía solo y sus hijos no lo visitaban desde que había muerto su mujer. Él se acercaba todos los días únicamente para conversar con alguien. Galín lamenta todos los días no haber podido ayudarlo. “Me impresiona saber lo que una persona es capaz de hacerse a sí misma, llegar a extremos tan lamentables y en completa soledad”.

Cuartel de operaciones dentro del establecimiento de la Guardia Urbana  de Pilar.

Créditos: Municipio de Pilar.

Hace 5 años, Maira dejó su puesto de personal de calle para integrarse como radio operadora en un nuevo equipo de trabajo. Explica que por cuestiones personales y de la vida, necesitaba un cambio: “Ahora atiendo llamadas del 911 y del Sistema de Atención Médica de Emergencia por temas relacionados a violencia de género, violencia infantil y robos”. Su nuevo cuartel está conformado por 120 mujeres y 50 hombres, pero afirma que hace algunos años la situación era al revés, y que se debía a que los criterios de selección para puestos de policía estaban reservados para los hombres: “No creo que haya hoy en día un criterio distinto al ser hombre o mujer en la selección del personal, pero se que antes sí lo había”.

 

La jóven oficial reflexiona sobre este hecho y recuerda que cuando ella ingresó como policía, los tiempos ya habían empezado a cambiar, ya casi no se hacían distinciones por género, especialmente en el trabajo. “Para ser policía no se necesita mucho, creo que cualquiera que tenga ganas de ayudar y de hacer un bien por la patria debería poder hacerlo independientemente del género que tenga”. Entre risas añade: “Terminá el secundario primero, eso sí”.

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